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Cambio transnacional, desigualdad social, intercambio intercultural y manifestaciones estéticas: el ejemplo de la Patagonia

Red Temática

Cambio transnacional, desigualdad social, intercambio intercultural y manifestaciones estéticas: el ejemplo de la Patagonia

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La Patagonia

La zona patagónica transfronteriza que comprende el sur de Argentina y Chile adopta, respecto de su desarrollo histórico-cultural, una posición especial en América Latina. Si bien, a partir del siglo XVI en el subcontinente se establece una marginación de la población indígena por parte de las oligarquías colonizadoras española y portuguesa, en la Patagonia dicha conquista fracasa producto de la resistencia de los grupos indígenas que allí habitaban. El reclamo y defensa de su propio espacio, por parte de las culturas indígenas, aparece como una gran mancha blanca en los mapas coloniales españoles lo que se perpetúa incluso después de la fundación de la nación por parte de Argentina y Chile.

La expulsión genocida del pueblo Mapuche, Tehuelche y Huilliche de las regiones más fértiles de la Patagonia comienza a mediados del siglo XIX con el aumento de la inmigración europea en la zona. Como resultado de esto la sociedad post-colonial de la Patagonia se constituye, a partir de mediados del siglo XIX y principios del XX como una sociedad de inmigrantes que no se caracteriza por ser una vieja élite criolla, sino más bien por ser una sociedad latifundista que se constituyó con capitales europeos; principalmente de inmigrantes ingleses y alemanes.

El estatus especial que tiene la Patagonia se comienza a gestar en el último tercio del siglo XX en el marco de las resistencias organizadas contra las dictaduras militares de Chile y Argentina y continúa, en una nueva etapa organizacional de postdictaduras, como una lucha contra las violaciones de los derechos humanos, las políticas económicas neoliberales impuestas después de los noventas y la lucha del pueblo mapuche por su reconocimiento como pueblo-nación. Finalmente, en los gobiernos de Kichner en Argentina y el segundo gobierno de Bachelet en Chile a partir del año 2014, se impulsa una política con una mirada más regional (integradora) o menos centralista que se desarrolla en una forma de “esencialismo estratégico” (en el sentido de Gayatary Spivaks) lo que resulta positivo en el sentido que visibiliza las regiones y su complejidad y obliga a impulsar políticas tanto, en el ámbito cultural, como social.

La Patagonia puede reclamar así un espacio histórico, geopolítico y cultural propio; su identidad está marcada por poseer un alto nivel de hibridación y performatividad tanto a nivel político-social como simbólico-discursivo. Se caracteriza por ser un espacio no colonizado dentro del subcontinente Latinoamericano, pero que ha sabido asumir el gran impacto que han tenido las políticas postcoloniales en la región, tanto así que puede verse como un paradigma de las estructuras relacionales complejas de estabilización y desestabilización de la nacionalidad postcolonial en contextos transnacionales y la necesidad de fijar negociaciones permanentes, procesos dinámicos que sirvan para identificar las distintas identidades que se manifiestan principalmente a partir de la década de los ochentas. También se desarrollan en la Patagonia procesos económicos y ecológicos que pueden ser replicados a nivel global en cuanto al uso y protección de los recursos naturales y la relación de éstos con los mega proyectos que se planifican en la zona y las consecuencias que generan como las emisiones de CO2 y el daño ambiental; lo que tiene directa incidencia en los conflictos sociales y ahonda la brecha de desigualdad.

Fotos: David Foitzick